En artículos anteriores hemos discutido sobre la historia de los empaques tradicionales de cerveza, ya sean latas o botellas. Todo el mundo conoce y ama un six, pero con el reciente boom de la cerveza artesanal, se están redescubriendo métodos de envasado y transporte que habían sido olvidados.
Tal es el caso de los growlers (gruñidores) de cerveza: recipientes que tradicionalmente eran utilizados para transportar cerveza de un bar a casa, ya que ésta era servida directo desde un tap. Por lo general, se trataban de cubetas metálicas con tapa que tenían capacidad de dos cuartos de galón (1.89 L).
El nombre de estos recipientes puede sonar algo extraño, y de hecho su origen es controversial. Existen varias teorías sobre el porqué del nombre, pero la que parece más aceptada es que cuando las cubetas se transportaban, la cerveza en su interior se agitaba y emitía CO2, que al escapar por los lados de la tapa sonaba como un «gruñido».

Con el paso del tiempo los materiales y la forma de los growlers fueron cambiando y adaptándose. Se crearon growlers de cermámica y vidrio, con tapas más herméticas para conservar mejor la bebida y darle más vida de anaquel. Sin embargo, su uso disminuyó cuando se popularizaron las botellas y latas comerciales.

A pesar de que las cervezas comerciales migraron a botellas y latas pequeñas, desechables y baratas, en el ámbito de la cerveza artesanal se siguieron -y siguen- utlizando los growlers debido a su sustentabilidad, tradición y comodidad.
TheBeerLabTeam